#6 - ¿Eres manoflaccidista?
Deja de hacer eso, por lo que más quieras (y aprende a saludar de una maldita vez)
No fue la primera vez y no será la última. Tampoco fue la peor…
Ayer me presentaron a una señora polaca. Antes de que me acercara me extendió la mano para saludar. Le cogí la mano y...
allí estaba: el pescado muerto, el pene fláccido.
Este boletín va a escocer a algunos.
Es un tema que he dejado pasar demasiado tiempo, pero ahora es un imperativo moral. Ya sabes, una creencia tuya que crees universal y justa, un fin que justifica tus medios y miedos, que debes compartir con los demás para su salvación.
Vengo a salvarte, así que atiende.
(Qué será ese botoncito amarillo? 👆🏼 Dale a ver qué pasa.)
Manoflaccidismo
Una mañana en Ciudad de México, un polaco de 1´90 en traje, dijo su nombre y me dio una manota pálida y muerta. Cogí aquel enorme cadáver de paloma y fue como darle a “grabar”: su mano-su nombre-mi sensación. Todo al mismo cajón de la memoria.
PARA SIEMPRE.
Puede que te parezca que este tema no está relacionado con lo que suele aparecer en este news-later, pero te equivocas. Es un tema directamente relacionado con la educación y la cultura.
De hecho, es imprescindible que hables cuanto antes a tus hijos sobre esto. Que les enseñes por repetición o por imitación. No quiero que mis hijos se encuentren en unos años con los tuyos y sus manos fláccidas porque tú no les has enseñado a presentarse.
Cuando coges una mano que no responde, que no aprieta la tuya con un toque de firmeza, ese gesto y esa persona quedan grabados para siempre en tu cabeza.
Cada vez que vea a esa persona recordaré que un día me dio su manopene, su manopescado y tuve que cogerlo entre mis dedos.
Es la misma sensación que cuando mi hija me pide que coja el slime (el blandiblú para los que no tenéis hijos pero sabéis quién es Espinete) que acaba de hacer mezclando pegamento, pasta de dientes y jabón.
Es casi un intento de abuso, un acoso en toda regla.
Fíjate, mientras escribo esto vuelvo a recordar esa maniblú y me dan nauseas.
¿Por qué me haces esto? ¿Por qué haces eso a los demás? ¿Quién te ha dicho que esa es la forma correcta de dar la mano a un ser humano?
Si eres de las que hace esto, por favor, llénate los bolsillos de resina de escaladores y mete las manos dentro hasta que aprendas a darla.
He dicho las que hacen eso, porque el porcentaje de mujeres que lo hacen (en Polonia) es mucho mayor que el de hombres. ¿Por qué?
Hay muchas teorías protocolares sobre cómo se debe saludar correctamente, pero me parece tan irrelevante que no voy entrar en ello.
Lo que mi interesa es el porqué.
¿Por qué personas adultas — especialmente mujeres — sin parálisis cerebral, con todas sus articulaciones formadas, dan la mano como si fueran invertebrados.
A este despropósito lo he llamado manoflaccidismo.
Como siempre, yo tengo mi teoría. He hecho un poco de investigación a nivel Malprofe: mucho de procrastineo y algo de rigor, y aquí te presento mis conclusiones.
Si eres pielfina, blandengue, o usas un cuchillo para la mantequilla y otro para la mermelada, tápate los oídos que esto es para adultos.
Del empoderamiento al entumecimiento
El estatus y jerarquía han sido una ventaja evolutiva de los animales desde hace millones de años. Por eso estamos obsesionados con el estatus. Medirse con los semejantes y conocer tu posición te permite el acceso a recursos: comida y parejas.
Para subir en la jerarquía los animales se miden por tamaño y fuerza. Los ciervos comparan su cornamenta y los gatos erizan su pelaje para parecer más grandes.
El humano aparte de esas, tiene otras maneras de ascender en el rango:
Dominancia: por intimidación. Se consigue por la fuerza y provoca más temor que respeto.
Prestigio: por reputación. Mostrando cualidades valoradas por los demás, que te otorgan su respeto.
Saludarse por primera vez es una de las maneras más antiguas de medirse. Un apretón de manos revela muchos datos personales. Es tu verdadera tarjeta de presentación.
Da información sobre:
- tu fuerza física,
- tu conocimiento,
- tu estatus,
- tu estado financiero,
- tu libertad,
Vale los dos últimos son de mi cosecha, pero es que no imagino por qué alguien libre y con dinero querría dar la mano como si fuera una p*ta sepia.
Tradicionalmente los hombres se dan la mano y las mujeres un beso en la mejilla. El conflicto aparece cuando se saludan un hombre y una mujer por primera vez.
Ofrecer la mano era un gesto reservado a la realeza y las figuras eclesiásticas. El populacho corría a besarla en postura de adhesión y posiblemente para ver de cerca anillos que nunca tendrían.
Con el tiempo las damas nobles pasaron también a ofrecer su mano, a ver si colaba.
Y coló.
Más tarde lo hicieron todas las mujeres, nobles o no.
En los países más tradicionales, este gesto del beso en la mano continuó entre hombres y mujeres para mostrar respeto y cortesía.
O sumisión y falta de testosterona. (Cosecha mía de nuevo)
En algún momento, las mujeres pasaron a dar la mano para mostrar confianza y firmeza. Intento natural de subir en la jerarquía.
Los expertos en humo lo llaman empoderamiento, que viene del vendehumismo anglosajón empowering.
El problema surgió cuando comenzaron a convivir ambos gestos: dar y ofrecer la mano. Algunas mujeres pensaron que dar la mano con firmeza era poco femenino, y ofrecerla poco moderno.
Empoderamiento sí, pero feminidad también.
Entonces pasaron a dar la mano como si la ofrecieran para besar.
Y lo que tenía que ser un intento de ascenso en el rango se quedó a medias. Se convirtió en una cosa rara, en un aborto.
Como ir de traje con zapatos de tacón. Como casarse y comenzar a usar tu apellido-guión-el de tu marido1
Pasaron del empoderamiento al entumecimiento.
El hombre, que solo distingue 7 colores, necesita señales claras y no insinuaciones: ante una mano fláccida femenina no sabe si agarrar, besar o sonreír. Como buen simio, imita lo que ve.
De repente, hombres grandes como armarios comienzan también a ofrecer la mano como si les hubiera dado un ictus.
He estrechado (o intentado) la mano a algunos hombres polacos que me han dejado sostener un trozo de carne con falanges inertes, sin aplicar un mínimo de fuerza.
Te hablo de hombres adultos, fuertes como tronco de palmera, con familias… colocándote un pescado muerto a la altura de la cadera, delante de ti, como si se hubieran partido la muñeca jugando al futbolín.
Están dejando que su testosterona hable por ellos.
—¿Pasa esto solo en Polonia? Claro que no, hay manoflaccidistas donde menos te lo esperas. Sin embargo, el porcentaje en ese país es extrañamente alto.
—¿Y las mujeres españolas? Simplemente no dan la mano, dan dos besos o uno. Te puede parecer ridículo si eres polaca, lo sé. Ir dando besos y juntando caras con todo el que te encuentras aunque sea la primera vez.
Te animo a que me cuentes tu teoría de por qué lo hacen.
Solo las mujeres políticas dan la mano en España porque se pasan el día entre hombres y tiene que señalar su lugar en una manada llena de machos.
A ver... espera, que escucho los gritos de la señora del fondo diciendo que ella y su cuñada sí dan la mano y no se dedican a la política. Perdón por generalizar, hay dos casos que no cumplen esta regla.
Manoflaccidismo Vs. Manofracturismo
Vámonos ahora al lado contrario.
Como yo, muchas otras personas se han dado cuenta de lo desagradable que es saludar a un manoflaccidista. De manera consciente o no, ha nacido un nuevo fenómeno: el manofracturismo.
Quizás por la misma razón que los manogomas, para señalar su posición, los manofracturistas han decidido dejar claro que son del equipo contrario apretando la mano por encima del umbral del dolor.
¿Van demasiado lejos? Eso queda al gusto de cada uno.
Cuando mi cuñado Michał me da la mano esta cada vez más cerca de romperme un tendón. Me tiene envidia porque mi calva es mucho más elegante que la suya.
O quizás mi mujer le haya contado que me río de ella porque llama Eddie Vedder2 al malo de Star Wars. Sea como fuere, Michał me quiere romper los metacarpios y yo lo sufro con gusto.
Cualquier cosa con tal de no agarrar un cadáver de pulpo.
Seguro que si hiciera tutoriales en yutub se convertiría en influenser. Podría crear una comunidad de manofracturistas e ir poco a poco acabando con las manos de goma. El primer tutorial lo pongo yo y se titula:
“Si eres manoflaccidista incosciente o conoces a alguien que lo sea, aquí te dejo...
Algunos consejos y trucos para dejar de ser manoflaccidista:”
Utiliza la última falange de los dedos para apretar. No están ahí solo para sostener tus uñas y tu móvil.
Agarra la mano del otro como cuando haces una videollamada y tu hijo pequeño quiere cogerte el teléfono.
Imagina que una boa constrictor se engancha al cuello de tu madre y tienes diez segundos para desenroscarla antes de que le parta las vértebras cervicales. Aplica ese agarre a la mano que te saluda.
Coge la mano de la otra persona como si tuvieras que sostener una kettlebell de 16kg a 20cm de un bebé dormido.
Recuerda las veces que has tenido que levantar la maleta para meterla en los compartimentos de un avión de Ryanair: la mano del otro es el asa de tu maleta.
Agarra la mano de la otra persona como si fuera la de tu hijo colgado en el vacío en un edificio de 40 pisos mientras te suplica, con los ojos llenos de lágrimas, «mamá, no me sueltes» Luego ve relajando los dedos muy lentamente hasta que la sangre circule de nuevo.
Con la práctica podrás permitirte ir apretando cada vez menos.
(Qué será ese botoncito amarillo? 👆🏼 Dale a ver qué pasa.)
¿Cómo detectar a un manoflaccidista y qué hacer cuando te encuentras con uno?
Los manoflaccidistas extienden la mano ligeramente hacia abajo con los dedos como si se les hubiesen congelado. Nunca hacen el gesto de sacudida arriba-abajo que solemos hacer con las manos agarradas.
Una mujer manoflaccidista tiene uñas cuidadas y pintadas, maquillaje y chaqueta americana femenina.
En el trabajo de la Señora Malaprofe hay algunas. Antes de que puedas escuchar su nombre, te lanza su mano de goma, no vayas a querer acercarte medio metro. La imagen que quieren mostrar está inversamente relacionada con la tensión muscular aplicada.
Con los hombres es más difícil, no te esperas que un homínido de 1’90 te salude como si tuviera disfunción eréctil muscular. Suelen tener manotas blandengues y pálidas.
Cuando te veas en esta incómoda situación :
puedes intentar sostener su mano con fuerza y no soltar hasta que decida ejercer alguna fuerza.
puedes decir que tienes las manos sucias y disculparte;
puedes adelantarte y darle dos besos. A ella no le gustará, pero te habrás librado de algo mucho más desagradable;
adelántate y saluda con la mano desde una distancia razonable;
haz el saludo militar y di que eres capitán de la División Antiflaccidista.
saluda como los japoneses y dile que acabas de llegar de Japón, donde estuviste una semana, pero eres solidario con ese pueblo y te sientes identificado con su hermosa cultura. (Como los extranjeros que van a Barcelona de Erasmus y vuelven saludando en catalán)
cuando te acerquen la mano, toma el antebrazo di “hau” como Toro Sentado. Luego dices lo mismo que en punto anterior y añades: «malditos gringos imperialistas»
olvida que tocaste aquella mano cuanto antes, no dejes que se grabe en tu cabeza.
Te lo dejo de tarea para la semana que viene.
Conclusiones gratuitas
No te compares con los demás —dijo el gurú en medio de una nube de incienso.
El homínido con teléfono que somos no deja de compararse con todo el que encuentra.
Por muchas clases de yoga y webinarios motivantes que escuches, cada vez que sales a la calle emites señales de tu estatus y recibes las de los demás.
Haces una comparación rápida y llegas a la conclusión de cuál es tu lugar en la jerarquía: quién es Alfa, quién en Beta y quién es un maldito lemming.
Los lemmings son blanditos y tiernos, pero no son bondadosos. Si no te muerden la yugular es porque son pequeños y débiles.
Lo que la mano fláccida muestra no es parcialidad, empatía, bondad, delicadeza... Es solo debilidad. Le estás diciendo al perro de presa que eres un ratón.
No sé tú, pero yo prefiero que mis hijas sean dobermans (o doberwomans) que lemmings.
Si aún no lo son ni lo quieren ser, al menos que lo parezcan, que eso ya es suficiente para que el otro te posicione en su cabeza en un lugar suficientemente alto.
Lo que no quiero y tú tampoco deberías, es enseñar a mis hijas a que se comporten como roedores suicidas.
¿Cruel? ¿crudo? ¿triste?
Te lo respondo con una frase que quiero que te escribas en el brazo. Coge un boli y apunta, te espero.
«A la naturaleza no le importan tus emociones.»
La próxima vez que vayas a dar la mano, por lo que más quieras, no ofrezcas, agarra.
(si ves un botón amarillo aquí abajo, no le des que lo mismo te mando a tu bandeja de entrada…)
Cuando una mujer polaca se casa, puede elegir usar
su apellido “de soltera”,
el de su marido en su versión femenina
(el apellido polaco, como los adjetivos, tiene concordancia de género. Ejemplo: Piotr Kowalski → Maria Kowalska. Mismo apellido, diferente género. El lío viene cuando un matrimonio polaco vive en otro país y tiene una hija. Si le ponen a la hija el apellido del padre, pero en femenino, la ley del país en cuestión puede considerar que es otro apellido diferente. Ejemplo: Piotr Kowalski es el padre que va al ayuntamiento de Consuegra y dice que su hija se llama Kasia Kowalska. El funcionario manchego mira ambos apellidos y piensa «este tio no es el padre... o es gilipollas» Por eso, muchas polacas nacidas en el extranjero tienen un apellido “masculinizado” que funciona bien en su país de residencia pero choca mucho en Polonia.)
3. su apellido y el de su marido, separados por un guión, en el orden que quieran. Esto hace apellidos que no caben en el carnet de identidad e imposibles de recordar. Ej.: Maria Wojciechowska-Szymańska.
Tradicionalmente siempre se optaba por la opción 2. En un alarde de valentía, en la actualidad cada vez más mujeres eligen la opción 3, pero pocas se atreven al paso lógico: la opción 1.
Esto, unido a que normalmente las mujeres polacas tienen dos nombres, puede dar lugar a una especie de mensaje cifrado más que un nombre: Maria Agnieszka Wojciechowska-Szymańska.
Los polacos siempre dicen que los nombres latinos son largos.
Si miras esta nota para saber quién es Eddie Vedder sal de mi niuslater, no quiero neófitos herejes musicales.